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Mostrando las entradas de enero, 2022

Geni

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Por los campos y praderas, revoloteaba una hermosa mariposa. Siempre se dejaba llevar por la brisa, disfrutando de los aromas de las flores. Soñaba con viajar por todo el mundo, pero sus alas eran pequeñas para eso. Un día Geni, así era su nombre, fue atrapada por una corriente de aire que la llevó a sobrevolar el mar. Pero era un mar lejos de su hogar. Las aguas tenían un color turquesa que la dejaron maravillada y al atardecer los tonos rosas y violetas que se reflejaban en el agua la dejaron paralizada. De pronto, allí estaba... Nadando y dando saltos, se alzaba y zambullía... Y luego se alejó. Era una pecesita o por lo menos así lo creyó Geni. Luego pensó, será una sirena? No quería que el viento la regresara a casa, así que se protegió bajo una palmera. La noche trajo millones de estrellas al cielo y ella soñó, que podía respirar bajo el agua y viajar junto a la pecesita por los mares y recorrer islas y lugares mágicos de la tierra. La mañana trajo la brisa  nuevamente y Geni se d

El pequeño elefante.

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En una pradera lejana, vive Eleonora y su pequeño bebé elefante. Ella siempre lo está protegiendo para que nunca esté en peligro. Normalmente, él va al lado de ella, cuando recorren toda la pradera y si oyen un ruido fuerte, ella lo abraza con sus orejas, para protegerlo de cualquier peligro. Las otros elefantes, le dicen que lo deje andar solo,  para que aprenda a defenderse. Pero Eleonora piensa que podría caer en las garras de un león o en un enorme hueco, entonces ella se quedaría triste y sola. Pasaron 3 años y el bebé elefante ya era más grande, no tenía amigos,  porque cada vez que se acercaba a algún otro elefantito,  su mamá lo llamaba y se lo llevaba del lugar, temiendo que pudiera salir herido. Un día una hermosa elefantita rosa,  pasó al lado del bebé elefante y le preguntó: ¿Cómo te llamas?, él le respondió: Bebé elefante. Pero tú no eres un bebé, ya eres grande, tienes que tener un nombre,  yo me llamo Eli, le dijo ella. Su mamá con un fuerte barrito, espantó a la elefant

Debra la cebra

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Ella se sentía tan especial y única, entre todas sus iguales, que comenzó a quedarse sola y sin amigos.  "Debra" la cebra, siempre hablaba de lo hermosa que era, de lo perfecta que eran sus rayas negras sobre su piel blanca, de como brillaba cuando el sol se reflejaba en su lomo.. Y así pasaba todo el día. Las cebras que andaban en manada,  la miraban de reojo y se burlaban de ella diciendo: "Si ella supiera que en realidad es como cualquiera de nosotras, Negra con rayas blancas, entonces no se creería la reina" Un día ella escuchó y no podía creer lo que decían. Así que se alejó del grupo y se unió a una manada de jirafas que estaban cerca, y con ellas recorrió muchos lugares. Poco a poco se olvidó de dónde venía, ya casi no recordaba como era su familia. Sus rayas perdían color y se tornaron verdes... hasta le creció una flor blanca en su lomo, cerca de la cola. Ahora si era verdad que era diferente y especial... Quiso regresar a su hogar, pero al llegar nadie la

El nuevo día.

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Cuando el sol comienza a salir,  un trinar de pajaritos despierta  mi conciencia para dar inicio al día. Es como si ellos agradecieran,  por el calor del sol y una nueva oportunidad para vivir y ser feliz. Y alegres trinan aquí y allá, a veces cerca y a veces lejos... Y el día se levanta... La vida sigue... Su sonido es esperanza, es alegría que se disfruta silenciosamente sin acercarse, porque al hacerlo, levantan vuelo, en ese instante pareciera que la felicidad se nos escapa. Pero no es así. Solo deciden llevarla a otros corazones que como tú, necesitan despertar para tener un nuevo día para ser feliz.

Sergio

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Hay una ventana a la que me acerco y al asomarme a través de ella,  encuentro unos grandes ojos verdes, otras veces azules,  que me miran y cantan al mismo tiempo,  con una voz dulce y amorosa, que me abraza y reconforta cada mañana. Y es que, tras esa ventana está Sergio,  alimentándonos de distintas formas,  a niños, a padres, madres y maestros  que nos cobijamos bajo la sombra de un hermoso samán. Él nos habla con sencillez y amor, nos cuenta historias maravillosas  y nos escucha nuestros cuentos y anécdotas. Hace más de veinticinco años tocó mi alma,  también la de mi hija y la de muchas personas que lo conocemos.         Él es Sergio, el señor de la cantina.