El pequeño elefante.

En una pradera lejana, vive Eleonora y su pequeño bebé elefante.

Ella siempre lo está protegiendo para que nunca esté en peligro.

Normalmente, él va al lado de ella, cuando recorren toda la pradera

y si oyen un ruido fuerte, ella lo abraza con sus orejas,

para protegerlo de cualquier peligro.


Las otros elefantes, le dicen que lo deje andar solo, 

para que aprenda a defenderse.

Pero Eleonora piensa que podría caer en las garras de un león

o en un enorme hueco,

entonces ella se quedaría triste y sola.


Pasaron 3 años y el bebé elefante ya era más grande,

no tenía amigos, 

porque cada vez que se acercaba a algún otro elefantito, 

su mamá lo llamaba y se lo llevaba del lugar,

temiendo que pudiera salir herido.


Un día una hermosa elefantita rosa, 

pasó al lado del bebé elefante y le preguntó:

¿Cómo te llamas?, él le respondió:

Bebé elefante.

Pero tú no eres un bebé, ya eres grande, tienes que tener un nombre, 

yo me llamo Eli, le dijo ella.

Su mamá con un fuerte barrito, espantó a la elefantita.


Es noche, el bebé elefante no pudo dormir,

quería tener un nombre, ya no quería ser bebé elefante.

Así que se alejó de su mamá para observar las estrellas y pensar.


Cuando el sueño lo venció, 

soñó que se convertía en un gran elefante con grandes colmillos,

que era el jefe de la manada,

fuerte y con una excelente memoria.


Al despertar sonrió y vió como ya asomaban unos pequeños colmillos en su boca.

Buscó a la elefantita para contarle lo que había soñado 

y mostrarle sus pequeños colmillos.

Ella le dijo que como todo había sucedido en la noche,

ya tenía el nombre perfecto para él.

De ahora en adelante te llamaré NAG, 

que significa "noche" en africano.


Nag estaba feliz, daba barritos de alegría.


Fue donde su mamá y con valentía le explicó cómo se sentía,

también le contó su sueño y le dijo el nombre por el cual quería 

que lo llamaran todos en la manada.


La mamá se sintió un poco triste, 

porque se dió cuenta que su bebé había crecido.

Pero al mismo tiempo su corazón saltaba de alegría,

porque Nag se había convertido en un gran elefante.


Desde entonces Nag cuida y protege a su mamá

y también a la elefantita Eli, 

que pasó a formar parte de la familia,






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